miércoles, 13 de mayo de 2015

Los secretos que guarda el templo romano de Hosn Niha

El patrimonio arqueológico y cultural son los primeros en riesgo "de extinción" cuando un nuevo conflicto asola a las ciudades que lo custodian. Es el caso del templo Hosn Nihan, situado en el valle de la Becá, en el Líbano. Pese a los daños producidos por las guerras, los saqueos y la agricultura, este templo romano que sirvió de asentamiento durante muchos años, todavía conserva algunas pistas sobre la población del medievo que habitó en este lugar. Así lo afirman los arqueólogos encargados de esta nueva investigación. 

Según estos expertos hasta ahora poco se conocía de este pueblo romano-bizantino. Construido en el año 200, este pueblo era refugio de un pequeño asentamiento romano. Fue a principios del siglo XX cuando un arqueólogo alemán estudió las ruinas de este templo pero sin prestar demasiada atención a los restos de asentamientos vecinos en la zona. 

Durante la Guerra del Líbano (1975-1990) las acciones militares y los posteriores saqueos de la zona dañaron gravemente los restos de Hosn Niha. A finales de los 80 algunos buscadores de tesoros, mediante el uso de pesadas excavadoras, dañaron de nuevo estos restos antiguos, enterrándolos bajo tierra, según da a conocer este nuevo estudio. 

"A pesar de estos daños ocasionados a lo largo de estas décadas, todavía se conservan algunos lugares in situ con elementos que hacen posible futuras investigaciones". afirman los investigadores en su estudio publicado en el diario Antiquity.

Un análisis a algunos de los objetos encontrados en este lugar -cubertería,vajillas...-  muestran signos de que evidentemente hubo un gran asentamiento greco-romano en la zona y posteriormente otra nueva ocupación durante la Edad Media, entre los siglos XIII y XIV. 

"Lo que pretendemos mostrar con este estudio es que estos lugares que han sido saqueados no caigan en el olvido" afirma Ruth Young, arqueóloga encargada de este proyecto. "Creo que ahora tenemos un mayor conocimiento sobre cómo fueron construidos estos pueblos y su conexión con el templo de Hosn Niha" concluye. 

Los saqueos ocasionados podían también haber trasladado el cementerio principal de este lugar a la parte este del asentamiento, pero los arqueólogos todavía continúan estudiando los tipos de tumbas halladas, incluyendo sarcófagos. 

Muchos lugares arqueológicos han sido destruidos a lo largo del tiempo pero esto no afecta a que continúen las investigaciones para dar a conocer información valiosa sobre estos lugares. 

martes, 12 de mayo de 2015

¡Por la libertad!



“¡Oh libertad, cuántos crímenes se comenten en tu nombre! El grito de Madame Roland en el momento de su ejecución en la guillotina en 1793- en pleno terror revolucionario- no ha dejado de escucharse. La plena libertad- en todos sus ámbitos- ha sido una lucha constante durante la historia de la Humanidad. Tal como ocurrió en 1793, tuvieron que pasar casi doscientos años para que la historia volviera a repetirse. Fue en 1933 con la subida al poder de Adolf Hitler cuando las libertades de los individuos fueron, de nuevo, cercenadas.  Por este motivo comenzaron a crearse en Alemania movimientos en contra del régimen nacionalsocialista. Entre ellos sobresale La Rosa Blanca, un grupo de resistencia anti-nazi fundado en junio de 1942 que abogaba por el uso de la palabra como única arma para derrocar al régimen. 
Sus fundadores, si se pueden llamar así, fueron dos hermanos: Hans y Sophie Scholl. Más adelante se unirían al grupo Chirstoph Probst, Wili Graf, Alexander Schmorell y por último, un profesor de la Universidad de Múnich, que apoyó a este grupo pacífico, Kurt Huber.

Un acto de valentía


Era el 18 de febrero de 1942 cuando Sophie Scholl encontró su final. Una fecha fatídica que acabaría con uno de los grupos de resistencia más importantes de la Alemania Nazi.
Sophie nació en 1921 en Baden- Wurtenberg. Pertenecía a una familia católica de valores muy arraigados. Con 18 años se trasladó a Múnich para comenzar sus estudios de filosofía en la universidad, donde su hermano mayor, Hans, ya llevaba varios años estudiando medicina y había creado un pequeño grupo de resistencia, sin la menor trascendencia, del que pronto Sophie formó parte, creándose así la Rosa Blanca.

La vida de ambos y de este grupo de resistencia pacífica lo recoge la hermana pequeña de Sophie y Hans, Inge Scholl en su libro La rosa Blanca, escrito a finales de los años 50. En él Inge Scholl da su visión personal sobre sus hermanos, y la lucha que ambos llevaron adelante y que no acabó solo con su muerte. La Rosa Blanca, afirma Inge Scholl, perdurará en la memoria de los hombres por muchos años. Y es cierto, este movimiento será difícil de olvidar. Si se visita la ciudad de Múnich, no se puede pasar por alto la Universidad, donde en la entrada se encuentra el monumento a la Rosa Blanca, un conjunto de piedras con forma de panfletos para recordar a este grupo que luchó por una Alemania libre.

El grupo comenzó realizando diversos actos pacíficos: impresión de simples panfletos donde se abogaba por una Alemania más justa. Sin embargo, en febrero de 1943 la Rosa Blanca tomó una postura más enérgica en contra de Hitler. Debido a la cantidad de bajas que se estaban produciendo en Stalingrado, el grupo decide publicar en su panfleto número 6 que “Hitler no puede ganar la guerra, sino únicamente prolongarla”.  Además en las paredes de las calles de Múnich se podían atisbar unos grafitis realizados por ellos mismos donde se leía “Nieder mit Hitler” o lo que es lo mismo “Abajo con Hitler”.

Si bien los panfletos eran repartidos por correo postal de forma anónima para llegar a un mayor número de lectores, su siguiente objetivo era llegar a los estudiantes, a los intelectuales… por ello esta última tanda se repartiría en la Universidad, durante el periodo lectivo. Fue en un arrebato de Sophie, al lanzar las octavillas desde un tercer piso, cuando un bedel les interceptó avisando a las SS. Hans y Sophie fueron detenidos y trasladados a las cárceles centrales de la Gestapo. Tras horas de tortuosas investigaciones, se les acusó de traidores de la patria.


Tras pasar dos días en un calabozo se organizó un juicio rápido y sin  garantías donde Sophie, Hans y Alexander Schmorel fueron condenados a muerte. El juicio no tenía ninguna validez legal ya que los tres estaban condenados de antemano. Cualquier acto en contra del régimen significaba la muerte inmediata. Tanto Sophie como los demás miembros de la Rosa Blanca ya conocían las consecuencias de sus actos; conocían asimismo el castigo, pero la valentía de este grupo por salvar a Alemania, pudo más que cualquier castigo severo.  
Antes de la ejecución, la compañera de prisión de Sophie- a la cual las SS habían colocado estratégicamente en la celda para recabar más información sobre Sophie,- acabó admirando su valentía y seguridad. La mañana del 18 de febrero, Sophie atisbó los últimos rayos de sol a través de la ventana de su celda. Una de las guardianas permitió tanto a Sophie como a su hermano despedirse de sus padres. Tras una emotiva despedida, Sophie fue conducida al patíbulo, donde pronunció sus últimas palabras “Hoy muero por la libertad”.


domingo, 10 de mayo de 2015

El hundimiento del RMS Lusitania: recuerdos de los supervivientes

"Presuntamente estaba muerta y fue apilada junto con otros cuerpos que fallecieron en el hundimiento. Sin embargo su hermano observó el aleteo de sus párpados y logró recatarla". Así explicaba Collen Watters la milagrosa resurrección de su abuela Nettie Moore cuando se conmemoran 100 años del hundimiento del RMS Lusitania. 

El 7 de mayo de 1915 el transatlántico realizaba su ruta entre Nueva York y Liverpool cuando fue torpedeado por submarinos alemanes, hundiéndose en tan solo 18 minutos. Este ataque significó la inminente entrada de los Estados Unidos en la Gran Guerra. El barco se hundió en las costas de Irlanda causando la muerte de 1198 personas entre las 1959 que iban a bordo. 

Nettie Moore nació en County Down, Irlanda del Norte. Casada a una temprana edad con Walter Mitchell, hijo del rector de la iglesia Santísima Trinidad, fue en 1912 cuando a Walter le ofrecieron un puesto de trabajo en una fábrica de tejidos en Estados Unidos, por lo que tuvieron que emigrar a Nueva York. De su matrimonio nació un hijo: Walter Jr. Pero una desgracia familiar -la enfermedad de un miembro de la familia- requirió la inminente partida de la familia Mitchell de nuevo a Irlanda, por lo que compraron billetes en el Lusitania. Junto a ellos también viajaba el hermano de Nettie, John. 

"Mis abuelos se disponían a acudir al camarote donde se encontraba el bebé cuando el torpedó explotó" afirma Collen Watters a la cadena BBC. "Milagrosamente pudieron acceder a uno de los botes salvavidas pero éste se fue hundiendo poco a poco causando el ahogamiento del bebé". 
Poco después tanto Walter como Nettie fueron dados por muertos. John fue el único que logró salir del agua con vida y tras ayudar en las labores de rescate observó como Nettie aleteaba sus párpados y pudo de este modo ser salvada, al igual que su marido. 
Sin embargo y tras exhaustivas búsquedas el bebé nunca fue encontrado lo que produjo en Netty una larga depresión de la que nunca se recuperaría. Se dice que fue enterrado en el condado de Cobh y que Netty solicitó ayuda para recuperar el cuerpo de su hijo pero esta nunca fue concebida. 

Como esta historia hay muchas más que todavía se desconocen. El hundimiento del Lusitania, uno de los más grandes y lujosos transatlánticos dejó al mundo en shock. Todavía existe controversia en la cuestión del porqué el Lusitania viajaba sin escolta, muy necesaria en aquellos tiempos, ya que viajaba por una zona declarada en guerra por los alemanes. Sin embargo la inocencia del gobierno americano, pensando que no sería atacado ya que transportaba ciudadanos estadounidenses, no se preocuparon de tomar las medidas necesarias. 
La Iglesia Santísima Trinidad donde Nettie y Walter fueron enterrados, conmemora hoy a todos aquellos fallecidos en este ataque. 

jueves, 7 de mayo de 2015

Julio César sufría de apoplejía, según una nueva investigación

En los años previos al asesinato de Julio César, perpetrado por los miembros del Senado Romano en el año 44a.c, este líder militar y político ya tenía su destino asegurado. Sufría de dolorosas enfermedades tales como constantes mareos, debilidades en las articulaciones, dolores de cabeza, largas depresiones y caídas constantes. Por ello, muchos historiadores han aceptado lo que los escritores de aquella época daban por supuesto: que Julio César padecía de lo que hoy conocemos como epilepsia. 

Sin embargo, una nueva teoría basada en los estudios realizados al árbol genealógico de Julio César, sugiere que en realidad este dictador fue víctima de una serie de ataques de apoplejía que dañaron tanto su salud como su estado mental. 

El estudio ha sido realizado por dos expertos de la Escuela Imperial de Londres - Francesco Galassi y Hutan Ashrafian- y se ha titulado "¿Se ha pasado por el alto el diagnóstico de apoplejía en los síntomas de Julio César? El estudio se ha publicado en el diario científico Neurological Science ofrece una nueva visión de la enfermedad de Julio César que comenzó en los años posteriores a su imparable ascensión dentro del Imperio Romano.

"La teoría de que Julio César era epiléptico no se sustenta del todo" afirma el Doctor Galassi a Discovery News. 

Julio César escribía sobre sus campañas militares (como cronista) pero nunca sobre su estado de salud. De hecho lo poco que se sabe de su salud proviene de las crónicas que escribían sobre él. Sí que es verdad que algunas de ellas hacen referencia a las enfermedades que sufriría años después. 

Gayo Suetonio (historiador y biógrafo romano de la Roma antigua) por ejemplo habla en sus crónicas de desmayos y constantes pesadillas, Apiano a su vez también habla de "convulsiones constantes" y Plutarco afirma que César se derrumbó durante una campaña en Córdoba, España, en el año 46 AC debido a unos fuertes dolores de cabeza y a contraer principios de epilepsia. 

A pesar de este diagnóstico de Plutarco, Galassi y Ashrafian, los problemas de salud de Julio César fueron causados por pequeños ataques que ocurren cuando se produce escasez de sangre que llega al cerebro, es decir apoplejía. Su personalidad un tanto volátil y sus episodios de depresión podrían ser el resultado de un derrame cerebral. Así lo ha afirmado Galassi al diario The Guardian. 

Estos dos expertos han asegurado igualmente que su enfermedad podría ser hereditaria, ya que casi todos los miembros de la familia de Julio César murieron en extrañas circunstancias. "Aunque César hubiera mantenido una vida plena y sana realizando ejercido físico y comiendo de forma saludable, hay que añadir la posibilidad de una predisposición genética hacia una enfermedad cardiovascular". 

Este nuevo estudio no ha sido el primero en ofrecer una alternativa a la enfermedad de este dictador. En el pasado ya se hablaban de migrañas, malaria, tumor cerebral o incluso sífilis. Sin embargo este nuevo estudio puede al fin haber llegado a la verdadera enfermedad que sufría Julio César- epilepsia-. Según las teorías esta enfermedad solo la sufrían personas que poseían un "poder divino"