Por LUCÍA LUENGO
Ha sido el símbolo más odiado del siglo XX, pero antes de darse a conocer con el auge del nazismo la esvástica fue considerada por muchas culturas como señal de paz y prosperidad.
La esvástica se remonta por lo menos al siglo V donde algunos expertos sitúan su origen, otros, sin embargo, lo considerar anterior. En lengua sánscrita el término 'esvástica' significaba bienestar y comenzó a utilizarse gracias a la labor de hindúes y budistas.
Sin embargo, algunos hombres procedentes del este de Europa que visitaban estos lugares comenzaron a sentirse inspirados por la acción positiva y reconfortante que inspiraba la esvástica, tanto que comenzaron a trasladarla a sus ciudades. Al comienzo del siglo XX, la esvástica era conocida por traer buena suerte a quienes la poseían.
La esvástica fue adoptada tanto en Europa como en Estados Unidos como un símbolo de redención utilizándolo como elemento arquitectónico y gráfico de varias compañías como Coca- Cola en cuyas botellas colgaba este símbolo.
No fue hasta los años 30 cuando, tras el auge del nazismo, Hitler adoptó la esvástica como símbolo de su partido. El porqué de esto tiene una explicación: durante el siglo XIX se comenzó a traducir textos escritos en lengua sánscrita al alemán. Así los alemanes se dieron cuenta de las similitudes que existían entre el idioma alemán y el antiguo dialecto. Por ello llegaron a la conclusión del linaje entre indios y alemanes y de la existencia de una raza guerrera blanca a la que los alemanes bautizaron como arios.
La doble cara de la esvástica
Para los judíos, y para el resto del mundo, este símbolo era sinónimo de miedo, de supresión y de exterminio. Así lo ha podido afirmar un superviviente del holocausto a la cadena británica BBC.
La ironía es que la esvástica es más europea de lo que muchos creen: una serie de descubrimientos arqueológicos han demostrado que se trata de un símbolo muy antiguo y que fue utilizada por la civilización griega, celta y anglosajona así como algunos lugares en el Báltico y los Balcanes.
Sin embargo, y a pesar de este descubrimiento, aceptar la esvástica como sinónimo de prosperidad es casi imposible para aquellas personas que sufrieron los horrores del holocausto. "no sabíamos que su origen se remontara hasta el siglo V, pero considero interesante que las personas aprendan que la esvástica no ha sido siempre símbolo del fascismo, y que tiene una historia detrás que hasta ahora no ha sido descubierta" afirma Fredie Knoller, superviviente del holocausto.
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